Para
hacer frente al déficit tarifario y ante el irrefrenable incremento del precio
de la luz, el gobierno emprende en 2013 una reforma superficial basada en el
aumento de la parte fija de la tarifa y en la eliminación de las primas de las
renovables a las que trata de señalar como causantes de la gravosidad del
mismo, sin tener en cuenta que si por un lado aumentaban la carga de peajes,
por otro abarataban el precio de la energía en las subastas.
Los
únicos efectos de esta reforma han sido el freno que está suponiendo a un
sector en el que España cuenta con tecnología punta a nivel mundial y capacidad
de generar miles de puestos de trabajo, y al futuro energético del país, ya que
la factura ha seguido
subiendo, incluso de forma escandalosa (como ocurrió en enero de 2014 en la
subasta CESUR).
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