“Mientras el alma me suene” es un documental hecho con una intención clara: homenajear de la mano de hijos e hijas, nietos, hermanos y sobrinos a todas aquellas personas de Carcabuey, paisanos nuestros, que sufrieron durante los años de la guerra civil y de la posguerra toda clase de vejaciones: palizas, persecución, exilio, fusilamiento, y olvido. "En 70 años muy pocos se han acordado públicamente de vuestros padecimientos, y por fin, todo esto ha llegado y va a continuar hasta que vosotros, sus familiares, sintáis que lo que hicieron vuestros abuelos, tíos y hermanos no fue ningún delito; su defensa de la legalidad democrática, su lucha por los valores republicanos de igualdad, fraternidad y libertad es algo que les honrará siempre. Su sacrificio fue un enorme acto de generosidad para conseguir lo que hoy tenemos. Un sentimiento de dignidad y grandeza ha de presidir el recuerdo de aquellas personas que quisieron un mundo más justo e igualitario para sus hijos y nietos, para vosotros, para todos nosotros.
Un mal día se llevaron a vuestros padres o hermanos y vuestras familias quedaron marcadas para siempre. Aquellas víctimas son todavía algo más que fotografías amarillas en el cajón de la cómoda. Es fácil imaginar que a pesar del silencio, mientras os quede un hilo de vida, vais a llevarlos en el recuerdo y en el corazón. Pero el silencio y el olvido se han prolongado demasiado en el tiempo. Ahora podéis decir en voz alta y con orgullo sus nombres y apellidos. Con palabras, con guitarras o con violines podéis narrar sus hechos, sus desvelos, y padecimientos. También sus muertes. También el injusto olvido de sus hazañas, de sus nombres y de su existencia.
Más que un ejercicio de memoria es una necesidad. Porque la reconciliación jamás llegará de la mano de un olvido cargado de intenciones con el claro objetivo de apuntalar una tremenda injusticia histórica, un olvido que justifica y reviste de gloria el exterminio de seres humanos y regala a los verdugos una impunidad humillante para las víctimas. Sólo podremos hablar de verdadera reconciliación tras haber sanado y saneado nuestra memoria individual y colectiva. A nadie mueve el rencor, nadie pretende venganzas, pero tenéis y tenemos derecho a que la historia se vuelva a escribir con la verdad sobre la mesa.
Nosotros "Queremos narrar sus historias silenciadas, reparar el daño y aprender de ellas". "Nos encontramos aquí para haceros sentir a los familiares que estamos con vosotros con una mano en el corazón y la otra en la ley". Este quiere ser "un humilde acto de respeto" hacia ellos y hacia vosotros. Qué gran lección de dignidad nos habéis dado con vuestras palabras. Todos, absolutamente todos, habéis abierto el corazón en la intimidad de vuestros hogares y a pesar de todos los pesares no hemos atisbado ni un soplo de rencor hacia nadie. Todos absolutamente todos habéis expresado un firme deseo de que no se vuelva repetir una contienda fratricida como aquella, convencidos de que la PAZ es el bien más preciado con que puede contar una sociedad que se llame civilizada.
Un mal día se llevaron a vuestros padres o hermanos y vuestras familias quedaron marcadas para siempre. Aquellas víctimas son todavía algo más que fotografías amarillas en el cajón de la cómoda. Es fácil imaginar que a pesar del silencio, mientras os quede un hilo de vida, vais a llevarlos en el recuerdo y en el corazón. Pero el silencio y el olvido se han prolongado demasiado en el tiempo. Ahora podéis decir en voz alta y con orgullo sus nombres y apellidos. Con palabras, con guitarras o con violines podéis narrar sus hechos, sus desvelos, y padecimientos. También sus muertes. También el injusto olvido de sus hazañas, de sus nombres y de su existencia.
Más que un ejercicio de memoria es una necesidad. Porque la reconciliación jamás llegará de la mano de un olvido cargado de intenciones con el claro objetivo de apuntalar una tremenda injusticia histórica, un olvido que justifica y reviste de gloria el exterminio de seres humanos y regala a los verdugos una impunidad humillante para las víctimas. Sólo podremos hablar de verdadera reconciliación tras haber sanado y saneado nuestra memoria individual y colectiva. A nadie mueve el rencor, nadie pretende venganzas, pero tenéis y tenemos derecho a que la historia se vuelva a escribir con la verdad sobre la mesa.
Nosotros "Queremos narrar sus historias silenciadas, reparar el daño y aprender de ellas". "Nos encontramos aquí para haceros sentir a los familiares que estamos con vosotros con una mano en el corazón y la otra en la ley". Este quiere ser "un humilde acto de respeto" hacia ellos y hacia vosotros. Qué gran lección de dignidad nos habéis dado con vuestras palabras. Todos, absolutamente todos, habéis abierto el corazón en la intimidad de vuestros hogares y a pesar de todos los pesares no hemos atisbado ni un soplo de rencor hacia nadie. Todos absolutamente todos habéis expresado un firme deseo de que no se vuelva repetir una contienda fratricida como aquella, convencidos de que la PAZ es el bien más preciado con que puede contar una sociedad que se llame civilizada.
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