Queremos contestar de modo sosegado al artículo del
Presidente local del PP, publicado en el número anterior, sin ahondar en su
tono airado ni “entrar al trapo” de devolver los numerosos calificativos que
nos dirige a nosotros y a nuestra fuerza política (estilo manipulador, complejo
de superioridad moral, hábitos de “represaliar” al adversario, código genético
intervencionista, igualitario rampante, anticlerical disfrazado, intransigente
con el contrario, de agitación populista, etc.), olvidándose una vez más de lo que
decía no hace tanto tiempo sobre “crispación”, “responsabilidad”, “moderación”,
etc., conceptos que, como vemos, utiliza a la medida de su conveniencia; y acompañados,
para colmo del despropósito, de una disculpa que no tiene el menor sentido en
cuanto entra en contradicción con todo el resto de su escrito.
Se nos dice que manipulamos por hablar de “lenguaje
agresivo e insultante” en el primer escrito del PP al que contestamos
anteriormente. Como ya hemos dicho en alguna ocasión, nuestras críticas
políticas, por duras que hayan sido, siempre se han centrado en hechos,
comportamientos o actitudes concretas, y nunca hemos caído en el insulto ni en
descalificaciones genéricas dirigidas contra personas, partidos o ideologías
adversarias. Ello nos autoriza a exigir ese mismo trato. Y no creemos que sea manipular
nada, sino llamar a las cosas por su nombre, el considerar insultante a la
expresión que se nos dirige: “con su habitual demagogia y cinismo”, por más que
a posteriori se la quiera suavizar enmarcándola en un “estilo irónico y
jocoso”.
En cuanto al tema de las “fotos”, origen de la polémica
inicial, es cierto que no es comparable el contexto de una al de la otra y que
en el caso de la del PP estaba la negociación de la PAC de por medio. Y puede que estemos
equivocados y que sea exagerada nuestra apreciación, pero si afinamos el
sentido crítico del mismo modo que se hace en los escritos del PP,
perfectamente podría interpretarse la actuación de la Presidenta de la Diputación como una
intrusión oportunista, a explotar propagandísticamente, como ocurrió, por
ejemplo, en el acto de entrega de premios de la DOP de Priego.
Sobre la
corrupción, aunque se expresan algunas ideas que nos parecen correctas, creemos
que, en el fondo, se escamotea el tema. Haya o no haya más políticos honrados
que corruptos, la corrupción en la sociedad y en la política española, es de
tal dimensión que podemos hablar de estar inmersos no sólo en una crisis
económica sino también en una crisis democrática y ética
Y somos precisamente las bases de los partidos, a las que “nos
cuesta el dinero” la política, quienes en mejor disposición estamos para exigir
limpieza a los dirigentes de nuestros partidos. Por eso no creemos que sea la hora de cerrar filas en
torno a la llamada “clase política” ni de repetir las consignas tras las que ésta
trata de atrincherarse, sino la de exigirles firmemente honestidad, limpieza y transparencia.
En este sentido, escudarse en las posibles consecuencias
antidemocráticas de mantener una excesiva exigencia en los casos de corrupción Gürtel
y Bárcenas nos suena a excusa con la que pueda justificarse, de algún modo, el “correr
un tupido velo” y “echar tierra encima”. Y nos parece querer escurrir el bulto el tratar de reducir el asunto a
un determinado número de “garbanzos negros” en el PP, cuya importancia se
relativiza en función del total que hay “en la olla”.
Porque esa no es la cuestión. La cuestión en esas tramas
descubiertas es si es verdad lo que parece. Si el PP se financió, o no, de
forma ilegal y corrupta a través de corruptores adjudicatarios de contratas
públicas. Si estamos ante una nueva versión de lo que hace años fue “Filesa”
para el PSOE. Si ha sido una financiación tramposa la que ha permitido al
partido que hoy gobierna en España disponer de enormes recursos y hacer
campañas superiores en medios a las de sus adversarios políticos, y en qué
medida ha podido ello influir en sus resultados electorales.
Y, más aún, si su cúpula dirigente ocultó sobresueldos
percibidos por ser de procedencia ilícita o por querer aparentar una falsa
economía personal que se aproximara a la del ciudadano medio.
Esa es la sombra que planea sobre el PP desde el momento en
que sus máximos responsables se han limitado a negar pero sin dar una versión
creíble de lo ocurrido y cuando han protegido a los imputados en lugar de
denunciarles con la dureza que merecería quien supuestamente hubiera
traicionado la honorabilidad del partido y dañado gravemente su imagen pública.
¿Qué no se quiere ver lo que hay? ¿Que se considera más rentable sumarse al tapar, desviar y resistir?
Muy bien, cada uno puede hacer lo que le parezca y sentirse
todo lo orgulloso que quiera de su partido y del modo en que actúa. Allá quien
no sepa distinguir entre altanería y vergüenza. Pero dejar pasar oportunidades
como esta de ponerse radicalmente del lado de la lucha contra la podredumbre
desde luego no deja a nadie en el mejor lugar para andar buscando “pajas en
ojos ajenos”.
Y a cada uno lo que le corresponda, no tenemos ningún
reparo en afrontar las cosas que puedan hacerse mal en IU-CA, pero la acusación
que se le hace de complicidad en el caso de los EREs, en modo alguno puede sostenerse,
ni por el hecho de compartir gobierno con el PSOE -ya que los delitos imputados
se produjeron con gobiernos anteriores- ni por la actuación de nuestros
parlamentarios en la Comisión
de Investigación, que ha sido digna y laboriosa, concluyendo en un informe con
importantes conclusiones y recomendaciones, a pesar de que no haya podido
servir para nada, al haber sido rechazado con la unión de los votos de PSOE y
PP por motivos partidistas.
Acusación, por otro lado, que evidencia una doble vara de medir por parte de su autor
cuando unas líneas más atrás hablaba de “dejar actuar a los tribunales” y que denota,
además, un intento errático y desesperado por tratar de involucrar a nuestra formación
en la corrupción a gran escala en la que se encuentran inmersos los dos grandes
partidos.
Otro ejemplo de doble vara de medir es no mostrar ningún
reparo sobre los pactos de gobierno cuando son hechos por su partido, mientras los
que hace el adversario son considerados, por principio, como una búsqueda de
prebendas y poltronas.
Por la información con la que contamos, la afirmación de
que “la única partida de los Presupuestos andaluces que ha aumentado es la de
Altos Cargos” es rotundamente falsa. En primer lugar, no hay una partida de
altos cargos, sino que ese gasto está distribuido en los distintos programas y
consejerías. En segundo lugar, en conjunto, se trata de un gasto que, dada la
situación actual, ha descendido en un 20% en los Presupuestos de la Junta de 2013 (como puede
apreciarse en la reducción de Delegaciones Provinciales). También se ha
reducido en más de un 50 % el gasto en asesores y personal de confianza, mientras
que, por ejemplo, han aumentado en la
Junta de Castilla La Mancha, de Cospedal.
La forma de acceso y estabilización del personal procedente
de empresas públicas andaluzas podría ser objeto de debate pero, en todo caso, se
trata de una reorganización del sector público andaluz hecha por el gobierno
anterior y que nada tiene que ver con supuestos favores a IU-CA.
En cuanto a las deudas que tiene la federación madrileña de
IU con Hacienda y la
Seguridad Social, (que ya han sido renegociadas y están en
vías de pago) sin duda, son consecuencia de un mal cálculo electoral y de una
mala gestión que puede ser objeto de crítica, pero sin llegar a suponer ninguna
afrenta para nosotros, porque “meter la pata” puede ser lamentable, pero “meter
la mano” es lo verdaderamente bochornoso, rechazable e intolerable, y esa
situación demuestra precisamente que no se han recibido “sobres”.
Por lo tanto, ninguno de los hechos expuestos pueden
considerarse vergonzoso e indigno para IU-CA, ni justificar, en modo alguno, las
afirmaciones del anterior escrito, según las cuales, el único objeto que podía
tener el que IU y PSOE compartieran el gobierno andaluz era el de “taparse sus
respectivas vergüenzas”. Como tampoco la del último, referida a que deberíamos
ver rotos por el suelo nuestros carnets. Afirmaciones que no pueden tener otro
sustento que la animadversión ideológica y política hacia IU, aumentada por la
frustración y el resentimiento que haya podido producirles el haberle impedido
al PP su acceso al Gobierno de Andalucía.
Para no
alargar más este escrito dejaremos, para ser contestadas en nuestro propio blog
(www.iucarcabuey.com),
cuestiones como la opinión que nos merece el actual Gobierno de España y de
Andalucía o las políticas causantes de la crisis.
Y
terminamos respondiendo sólo a un par de etiquetas, de entre las muchas que nos
coloca el presidente local del PP de Carcabuey: la de nuestro supuesto “rechazo
a la economía de libre mercado” y la de nuestros métodos “antisistema”, cuya
intención –suponemos- debe ser la de devaluarnos y situarnos en la marginalidad
política –como se está pretendiendo hacer con los movimientos sociales de
protesta-. Si es así, sobre la primera hemos de decir -sin entrar en mayores
disquisiciones- que, sin darse cuenta, lo que en realidad evidencia quien la
hace, es una desfasada percepción de la realidad sociológica española y el
desconocimiento de cómo cada día se hunden más en la valoración general de los ciudadanos/as
instituciones que hasta hace poco tiempo contaban con una amplia aceptación, como
es el caso del propio “capitalismo”, cuyo rechazo está siendo ya mayoritario
entre los españoles/as, tal y como reflejan algunos observatorios sobre el tema
(*).
En cuanto a lo de “antisistema”, en realidad debería
aclarar qué entiende por sistema. Porque si de lo que hablamos es del propio
sistema democrático fundamentado en el respeto de la voluntad popular y a un
conjunto de libertades y derechos recogidos en nuestra constitución, lo cierto
es que quienes podrían ser considerados antisistema serían los que incumplen
sistemáticamente preceptos como el de progresividad fiscal (art. 31.1), función
social de la propiedad (art. 33.2), derecho a la vivienda (art. 47),
vinculación de los convenios colectivos (art. 37), etc. O, como bien hemos
visto escrito en un reciente artículo firmado por Pedro Simón (**),
“No es antisistema el que pide una democracia radical, sino
el que trata de enjaularla y domesticarla con cacahuetes, … Antisistema son los
que con una mano juran la
Constitución y con la otra le hacen un tacto rectal… los
comisionistas y conseguidores, los que se saben a salvo cada cuatro años, los
que no denuncian a la primera, … los que utilizan el carné del partido como un
ábrete sésamo, … Antisistema son los que llevan los colores de la bandera de
España en una pulsera y luego se llevan el dinero a Suiza…”.
Asamblea
local de IU-CA de Carcabuey.